Este 29 de agosto celebramos el Día del Árbol en la Argentina con mucha tristeza y un poco de decepción al comprobar que el Estado en sus diversas jurisdicciones, y también la sociedad civil, no diferencia entre quienes hacemos y quienes prometen y entre los que somos “conservacionistas” y los que son “conversacionistas” que agotan sus charlas en mesas de café o en oficinas, sin aportar soluciones concretas, son burócratas y otras simples “opinadores” para ellos todo lo que no les conviene a sus fines personales o a su partido político siempre está mal, pero nunca están disponibles para ayudar, al contrario, obstaculizan todo lo que no pueden controlar, usufructuar o “comprar”. Como dicen los periodistas “ampliaremos”, pero ahora recordemos.
Este año, la fecha llega en un momento de angustia generalizada frente a la pandemia del Covid-19 que estamos sufriendo, y desbastadores incendios en bosques, prados y praderas en gran parte de nuestro territorio Nacional, que no solo arrasan con los árboles, sino con todo tipo de vegetación y todo ser vivo que los habita.
Un bosque que arde en cualquier parte del mundo significa muerte, muertes instantáneas por la acción del fuego y prontas enfermedades respiratorias por la contaminación del aire que respiramos. ¿Alguien en su sano juicio desea enfermarse? ¿Entre los bienes materiales que poseemos existe alguno más valioso que nuestras propias vidas y las de nuestros seres queridos? ¿Podemos seguir poseyéndolos más allá de nuestra propia existencia? Reflexionemos, seguro que llegaremos a alguna conclusión. Que Dios nos proteja a todos.
Omar Aouada
Reserva Natural El Paraíso. Jardín América – Misiones – Argentina
