Si buscamos en internet podemos encontrar una definición lo suficientemente clara para comprender el significado de Soberanía alimentaria.
Dice que “es el derecho de los pueblos a definir sus propias políticas y estrategias sustentables de producción, distribución y consumo de alimentos con base en la pequeña y mediana producción”.
Ahora bien, dentro de esta frase se reflejan conceptos muy profundos.
Podemos comenzar con el término “sustentable”. Una palabra que, a pesar de estar de moda en estos tiempos, no se llega a interpretar en la totalidad de su significado y por ende su impacto en nuestras acciones.
Considero que es fundamental, como primer paso, clarificar que los términos “sustentabilidad” y “sostenibilidad” a pesar de ser usados indistintamente, no tienen el mismo significado.
Ambas son utilizadas en acciones amigables con el medio ambiente, pero no son sinónimos.
Entonces, podemos decir que “sustentable” es algo que se mantiene por sí solo. Por otro lado “sostenible” es un proceso de acciones que se mantienen por si mismas sin agotar los recursos.
Ambos términos los utilizamos en el marco del desarrollo. Es así que el “desarrollo sustentable” se centra en preservar los recursos naturales sin considerar en su totalidad, al menos, las necesidades políticas, sociales y culturales de las comunidades.
Por otro lado, el “desarrollo sostenible” involucra procesos que atienden las características ambientales, pero también los aspectos socioculturales y económicos de la región.
Cuando ponemos foco en todo el contexto, comenzamos a tener una mirada holística de la realidad. Esa misma que nos incluye como sus componentes.
El abordar la interacción entre todos los aspectos nos permite tender al equilibrio de este sistema que constituimos.
Dicho equilibrio implica optimizar las relaciones entre los diversos elementos y desde ese lugar y mediante las sinergias logradas, potenciar la calidad de vida en todas sus formas.
Equilibrio… sistema… componentes… sinergias…
Si, estos términos nos comprometen, nos agudizan la capacidad de observar, nos reduce el ego. Nos vuelve simples, libres.
Sin embargo, no es un concepto filosófico solamente.
Implica entender que la producción se potencia cuando se generan las asociaciones correctas, cuando el abono orgánico que podemos producir con nuestros residuos mediante el compostado, es el que va a formar parte de estos ciclos de vida, que al igual que una espiral ascendente van impregnando de la misma a toda la realidad creada y cuidada, impulsando la producción de alimentos quizás como uno de los precursores de la salud, de reducir el hambre, de dignificar a las personas, entre otros beneficios menos antropocéntricos.
Cuando hablamos de agroecología es más que una definición que la ubica en el rubro de las ciencias.
Es una forma de vida. Que no se aferra a recetas o paquetes tecnológicos, que surge de la mirada amplia, del análisis profundo, de un compromiso con los otros integrantes del sistema. Que incluye, por lo tanto, todos los aspectos, tanto ambientales, económicos, productivos y socioculturales como pilares esenciales de un camino de armonía.
Ing. Agr. Luis Jiménez
Consultora Dela Raíz
